01 Nov La España ilustrada que redescubrió la Mezquita
Alfredo Asensi Córdoba.
España, siglo XVIII. Pocos años después de su creación (en 1752), la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando recibe alarmantes noticias sobre el deterioro de las pinturas de la Alhambra y se moviliza para evitar la pérdida de estos bienes de gran valor histórico. Pronto el interés se extiende a todo el conjunto del monumento y a las huellas del periodo islámico, con la Mezquita de Córdoba como referente principal. Entre ese siglo y el siguiente, la institución lleva a cabo dos proyectos que habrían de convertirse en referentes esenciales para la valoración artística y la apreciación documental de los principales monumentos hispanomusulmanes, Antigüedades árabes de España y Monumentos arquitectónicos, cuyas realizaciones en forma de dibujos se muestran ahora en una exposición organizada conjuntamente con la Fundación Mapfre, con el comisariado del académico Antonio Almagro Gorbea, experto en arquitectura islámica.
La Real Academia de Bellas Artes de San Fernando acoge la muestra ‘El legado de al-Ándalus’, integrada por dibujos de los siglos XVIII y XIX
Visitable hasta el 8 de diciembre en la Real Academia, en la madrileña calle Alcalá, El legado de al-Ándalus. Las antigüedades árabes en los dibujos de la Academia pretende, según la institución, «subrayar la extraordinaria importancia de aquellas dos empresas artísticas y rememorar a quienes las realizaron, así como dar a conocer este valioso patrimonio de dibujos que ilustran y ayudan al mejor conocimiento de monumentos tan señeros como la Alhambra y la Mezquita de Córdoba, que hoy forman parte del Patrimonio de la Humanidad».
Almagro Gorbea recuerda en uno de los textos del catálogo de la exposición que «la fascinación por la cultura árabe, tan presente en la España medieval, había sufrido un brusco quebranto con la finalización de la Reconquista, la irrupción del Renacimiento y la extensión de la cultura de la Contrarreforma, de modo que desde la segunda mitad del siglo XVI y, más aún, tras la expulsión de los moriscos al inicio de la siguiente centuria, esa página trascendental de nuestro pasado quedó relegada e ignorada».
Con el estudio iniciado a partir del mal estado de conservación de las pinturas de la Alhambra y el peligro de su desaparición se pretendía, indica el experto, «propiciar» la «difusión» del legado patrimonial islámico «tanto dentro de España como en el resto de Europa, con el objetivo añadido de acrecentar el prestigio de la nación». Para la realización de este proyecto la Academia recurrió inicialmente a artistas residentes en Granada, aunque después, deseando subsanar ciertas deficiencias detectadas en algunos de los dibujos, recurrió a los mejores profesionales formados en su seno como José de Hermosilla, Juan de Villanueva y Juan Pedro Arnal, que realizaron una labor íntimamente vinculada con el espíritu ilustrado, adaptado a la realidad histórica y artística del país.
De Granada, los arquitectos, siguiendo instrucciones de la Academia, se desplazaron a Córdoba, donde, constata el comisario de la muestra, llegaron el 11 de marzo de 1767 «para proceder a levantar los planos de la Catedral, antigua Mezquita, con las inscripciones existentes en el mihrab». Después «volvieron a Madrid, donde terminaron de pasar a limpio todo lo realizado, preparándolo para su publicación».
Sobre la Mezquita los especialistas realizaron «la planta y dos secciones del edificio, más una vista exterior no muy rigurosa que debía servir de portadilla a estos planos en la publicación. La planta es un dibujo bastante preciso en sus rasgos generales, tanto métricamente como en la interpretación de la estructura y organización espacial, aunque a veces simplifique la realidad . También las secciones resultan tremendamente ilustrativas para una visión de la diacronía que presenta el edificio».
En 1768 los dibujos se repartieron entre los distintos grabadores para la preparación de las planchas necesarias para la publicación y a finales de 1770 estaba ya grabada la mayor parte de las láminas, aunque los trabajos no concluyeron hasta 1775.
No obstante, «en plena efervescencia neoclásica el proyecto quedó sin rematar», hasta que la aparición de una obra de Henry Swinburne «espoleó el interés por publicar e ilustrar convenientemente el abundante material reunido con tanto esfuerzo y dispendio». Fue Floridablanca quien mandó en 1786 que se reanudase, con cierta premura, la publicación de las antigüedades árabes de Granada y Córdoba. El proyecto llegó a Jovellanos, que propuso un detallado plan dividido en 13 partes que ofrecieran una descripción genérica de los dos monumentos. Las Antigüedades árabes de España se editaron en dos partes, la primera en 1787, con 21 estampas de la Alhambra, tres de la catedral de Granada y cinco de la Mezquita. Cincuenta años más tarde, la Academia volvió a intervenir en un proyecto de documentación patrimonial, mucho más ambicioso: Monumentos arquitectónicos de España. En este caso, la planta de la Mezquita «perfecciona» la anterior y el alzado y las secciones «complementan» las del siglo XVIII. En la parte ornamental, «la participación de Ricardo Arredondo como autor de la mayoría de los dibujos propiciará una cierta unidad al trabajo, que en todo momento mantuvo una calidad gráfica difícilmente superable y que se plasmó también en una edición esmerada e impactante, que sobrepasa la de los trabajos precedentes, incluidos los llevados a cabo por autores y editores extranjeros».
Vía HuelvaInformación.
Sorry, the comment form is closed at this time.